La creación del mundo
- licagm080
- 24 mar 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 18 jun 2019
Después de la devastación causada por la constante destrucción de la humanidad, la tierra se volvió un lugar inhabitable que no podía albergar la vida que los dioses añoraban. Fue entonces que Quetzalcóatl y Tezcatlipoca deciden aliarse para nuevamente formar a la tierra que daría luz a la nueva humanidad.
Ya que ambos forman parte de una eterna dualidad, son ellos únicamente quienes tienen la facultad de crear el día y la noche, pero para ello debe mediar un sacrificio de sangre con el cual germine la vida.
Es así como ambos bajaron al mundo ya en ruinas, donde se habían juntado el cielo y la tierra y se dispusieron a enfrentar a una vieja deidad que lo ha hecho su hogar: se trata de Cipactli y es un enorme lagarto que habita en las profundidades de las aguas y que no tiene entendimiento alguna. Nos muestra cómo el mundo se vio sumido en una época en que la inteligencia fue eclipsada por un estado salvaje.
Para atraer a Cipactli se necesitaba carnada y es así como Tezcatlipoca sacrifica su pie izquierdo, cortandolo para arrojarlo al agua, lo cual funciona a la perfección.
Cipactli emerge del agua gracias al olor de la sangre. Quetzalcóatl y Tezcatlipoca solo contaban con aquella única oportunidad, así que hacen gala de su experiencia para colocar a Cipactli boca arriba hasta que consiguen asesinarla. Este día es tan importante en la cosmovisión mexica, que el primer día del calendario se llama Ce-Cipactli (uno lagarto).
Una vez muerta, la parten por la mitad. Con una de las partes crean el cielo y, con la otra, la tierra. Con sus extremidades crean los cuatro puntos cardinales, custodiado cada uno por un titán tlaloque, para que cielo y tierra jamás vuelvan a unirse.
Una vez cumplida la misión, es tiempo de congregar a todos en Teotihuacan para determinar cómo crear a la nueva humanidad.

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